El envejecimiento es un fenómeno presente a lo largo del ciclo vital desde el mismo proceso de la concepción hasta la muerte. Sin embargo, a pesar de ser un fenómeno natural conocido por todos los seres humanos, es difícil de aceptar como una realidad innata del ser humano.

Asociar la edad cronológica de las personas con el envejecimiento es inevitable, pero asociar una edad concreta con el inicio de esa etapa de la vida es un error que tiene consecuencias muy negativas para las personas, especialmente si se utiliza la edad de jubilación como única referencia sin tener en cuenta otros factores y circunstancias.

Cada cultura intenta encontrar su propio significado de envejecimiento, asumiendo como ciertas concepciones basadas desde el imaginario social, lo que ha promovido interpretaciones erróneas y con esto un temor a envejecer. Como resultado de estas interpretaciones, surgen los mitos y estereotipos negativos frente a lo que significa este proceso normal que hace parte del ciclo vital.

Existen numerosas definiciones del envejecimiento, pero a su vez es difícil precisar el concepto general del mismo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como el “proceso fisiológico que comienza en la concepción y ocasiona cambios en las características de las especies durante todo el ciclo de la vida; esos cambios producen una limitación de la adaptabilidad del organismo en relación con el medio. Los ritmos a que estos cambios se producen en los diversos órganos de un mismo individuo o en distintos individuos no son iguales”.

Actualmente, el envejecimiento es un fenómeno global que tiene enormes consecuencias económicas, sociales y políticas.

Envejecimiento activo: salud, aprendizaje permanente, participación y seguridad.

Según la Organización Mundial de la Salud, el envejecimiento activo es el proceso de optimizar las oportunidades de salud, aprendizaje permanente, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.

Una persona comienza a envejecer desde el momento en el que nace y a lo largo de la vida aprovecha de forma activa las oportunidades que se le ofrecen para adquirir salud y mantener su bienestar, establecer relaciones sociales, desarrollar una ocupación y adquirir nuevas habilidades, conocimientos y bienes materiales. Todos estos elementos son recursos que, a nivel personal y al acumularse a lo largo de la vida, se convierten en las bases del bienestar físico, mental y social de cada momento, por lo que es fundamental comenzar cuanto antes con esta acumulación de capitales vitales de salud, generación de ingresos, redes sociales y conocimiento.

Todos estos recursos o capitales son interdependientes y se refuerzan mutuamente. La salud es reconocida universalmente como un requisito esencial para la calidad de vida. Por otro lado, la capacidad de participar en todos los ámbitos de la vida (trabajo, ocio, amor, amistad, cultura) depende en gran medida de la salud física y mental y, a su vez, la participación contribuye a mejorar y mantener la salud. El aprendizaje y adquirir conocimientos son recursos que mejoran la capacidad de mantener una buena salud y de garantizar la seguridad personal y económica, por lo tanto, la salud y el aprendizaje son factores clave para el empoderamiento y la plena participación en la sociedad. Además de tener cubiertas las necesidades materiales más básicas, también es necesario poder protegerse de amenazas externas. En este sentido, la seguridad a la que hace referencia el envejecimiento activo implica tener protección ante el abandono, la pobreza y la falta de cuidados cuando estos sean necesarios.

  • Promover el mayor nivel de salud: El envejecimiento activo tiene el objetivo de mejorar la salud de todas las personas y reducir las desigualdades para lograr el máximo potencial de salud a lo largo de toda la vida. Por eso, se define la salud en un sentido más amplio que la mera ausencia de enfermedad y se considera un recurso para la vida diaria que hace referencia a un estado completo de bienestar físico, mental y social. Aprovechar al máximo la revolución de la longevidad significa aumentar el número de años con buena salud y calidad de vida. Las personas mayores que mantienen una buena salud funcional, con frecuencia, son aquellas que tuvieron un estilo de vida saludable. Los hábitos saludables no solo hacen referencia a la alimentación o al ejercicio, por poner ejemplos evidentes, también incluyen el cuidado de la autoestima, una perspectiva positiva de la vida, tener relaciones personales satisfactorias o la capacidad de afrontar el estrés.

La prevención de enfermedades y discapacidades, a nivel físico y mental, es la primera línea de acción, pero el tratamiento, el apoyo y la atención son acompañamientos necesarios para la rehabilitación y preservación de la calidad de vida. Cuando las personas necesitan atención, esta debe ser integral, centrada en la persona y orientada hacia el mantenimiento de la mayor capacidad funcional y calidad de vida posibles.

  • El aprendizaje permanente: El aprendizaje permanente es un factor clave del envejecimiento activo porque no solo es importante en el ámbito laboral y de la seguridad económica, sino también promueve y refuerza el bienestar porque proporciona la capacidad de mantener la salud física y mental y de seguir participando y contribuyendo en la sociedad.

Las personas mayores identifican la importancia de mantenerse al día y aprender a utilizar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, las redes sociales y el uso de internet en su vida cotidiana, además de conocer cómo administrar los ingresos y los gastos o utilizar determinados servicios financieros.

  • Participación: El envejecimiento activo incluye la participación en cualquier actividad social, recreativa, cultural, intelectual o espiritual que proporcione una satisfacción o un sentido de pertenencia. La participación fomenta la creación de redes sociales de apoyo, proporciona experiencias satisfactorias, relaciones sociales positivas, un compromiso y un propósito en la vida que mejoran la salud y el bienestar físico y mental de las personas.
  • Seguridad: La seguridad es un derecho humano básico que permite a las personas vivir con libertad, sin violencia o abusos, desarrollar plenamente su potencial y envejecer activamente. La inseguridad tiene un impacto muy negativo sobre la salud física, el bienestar emocional y el tejido social. Se ha demostrado que el estrés crónico derivado de una situación de inseguridad puede provocar trastornos de salud mental. Garantizar y promover los derechos de las personas mayores para que puedan vivir vidas plenas, dignas y seguras contribuye enormemente al envejecimiento activo.